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San Agustín

alcanza juntamente con ellos el azote temporal de las desdichas, aunque no el castigo eterno y las horribles penas del Infierno. Así, pues, con justa causa gustan de las amarguras de esta vida, cuando Dios los aflige juntamente con los malos, porque, deleitándose en las dulzuras del estado presente, no quisieron mostrarles la errada aenda que seguían cuando pecaban, y siempre que cualquiera deja de reprender y corregir a los que obran mal, porque espera ocasión más oportuna, ó porque recela que los pecadores pueden empeorarse con el rigor de sus correcciones, ó porque no impidan á los débiles, necesitados de una doctrina sana, que vivan ajustadamente ó los persigan y separen de la verdadera creencia, no parece que es ocasión de codicia, sino consejo de caridad. La culpa está (1) en que los que viven bien y aborrecen los vicios de los malos, disimulan los pecados de aquellos á quienes debieran reprender, procurando no ofenderlos porque no les acusen de las acciones que los inocentes usan lícitamente: aunque este saludable ejercicio deberían practicarlo con aquel anhelo y santo celo del que deben estar internamente inspirados los que se contemplan como peregrinos en este mundo y únicamente aspiran á obtener la dicha de gozar la celestial patria. En esta suposición, no sólo los flacos, los que viven en el estado conyugal y tienen sucesión ó procuran haberla y poseen casas y familias (con quienes habla el Apóstol, enseñándolos y amonestándolos cómo deben vivir las mujeres con sus maridos y éstos con aquéllas, los hijos con sus padres y los padres con sus hijos, los criados con sus señores y los señores con sus criados) procuran adquirir las cosas temporales y terrenas, perdiendo su dominio contra su (1) Cicer, de Officiis. Sunt enim, qui quod sentiunt, et si optimunt sit, tamen invidia metu non audent dicere.