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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XIII

De la forma que tienen los santos en sepultar á los cuerpos Sin embargo de cuanto llevamos expuesto, decimos que no deben menospreciar, ni arrojarse los cadáveres de los difuntos, especialmente los de los justos y de los fieles, de quienes se ha servido el Espíritu Santo (1) «cómo de unos vasos de elección é instrumentos para todas las obras buenas»; porque si los vestidos, anillos y otras alhajas de los padres, las estiman sobremanera sus hijos cuanto es mayor el respeto y afecto que les tuvieron, así también deben ser apreciados los propios cuerpos que les son aun más familiares y aun más inmediatos que ningún género de vestidura, pues estas no son cosas que nos sirven para ornato ó abrigo que exteriormente nos ponemos, sino que son parte de la misma naturaleza (2).
Y así vemos que los entierros de los antiguos justos (3) se hicieron en su tiempo con mucha piedad, y que se celebraron sus exequias, y se proveyeron de sepultura, encargando en vida á aus hijos el modo con que debían sepultar ó trasladar sus cuerpos. Tobías es celebrado (4) por testimonio de un ángel de haber alcanzado la gracia y amistad de Dios, ejercitando su piedad en enterrar los muertos. El mismo Señor (5), habiendo de resucitar al tercero día, celebró la buena obra de María Magdalena (6), y encargó, se celebrase el haber derramado el ungüento precioso (1) 8. Pablo, 1. ep. á los Corint,, cap. XV.

(2) Géneris, caps. XXV, XXXV y último.

Job, caps. II y XII.

(B) (4) 3. Matheo, cap. XVL Toblas. caps. II y XII.

35 (5) S. Juan, cap. XII.

(6) S. Math.. o. XXVI.