Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/60

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
42
San Agustín

como de consolar á los nuestros. En cuanto á lo primero, sea, pues, fundamento fijo, sólido é incontestable, que la virtud con que vivimos rectamente, desde el alcazar del alma ejerce au imperio sobre los miembros del cuerpo, y que éste se hace santo con el uso y medio de una voluntad santa, la cual, estando incorrupta y firme, cualquiera cosa que otro hiciere del cuerpo ó en el cuerpo que sin pecado propio no se pueda evitar, es sin culpa del que padece, y por cuanto no sólo se pueden cometer en un cuerpo ajeno acciones que causen dolor, sino también gusto sensual, lo que así se cometió, aunque no quita la honestidad, que con ánímo constante se conservó, con todo causa pudor para que así no se crea que se perpetró con anuencia de la voluntad, lo que acaso no pudo ejecutarse sin algún deleite carnal: y por este motivo, ¿qué humano afecto habrá que no excuse ó perdone á las que se dieron muerte por no sufrir esta calamidad? Pero respecto de las otras que no se mataron por librarse con su muerte de un pecado ajeno, cualesquiera que las acuse de este defecto, si le padecieron, no se excusa de ser reputado por necio.



CAPÍTULO XVII

De la muerte voluntaria por miedo de la pena ó deshonra.


Si á ninguno de los hombres es licito matar á otro de propia autoridad, aunque verdaderamente sea culpado, porque ni la ley divina ni la humana nos da facultad para quitarle la vida, sin duda que el que se mata á sí mismo (1) también es homicida, haciéndose tanto más (1) Canen 23, quest. 5., can. 51 del Decreto de Graciano.