Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/71

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
53
La ciudad de Dios

Sansón no por otra causa se justifica cuando, arrimándose á las dos columnas del templo de Dagón, sobre las que se estribaba, se asió fuertemente de ellas para que con él pereciesen todos los filisteos, sino porque secretamente se lo habia inspirado el espíritu de Dios, por cuyo medio hizo acciones milagrosas que causan admiración (1). Exceptuados, pues, estos casos y personas á quienes el Omnipotente manda matar expresamente ó la ley que justifica este hecho y presta su autoridad, cualquiera otro que quitase la vida é un hombre, ya sea á af mismo ó á atro, incurre en el crimen de homicidio.



CAPÍTULO XXII

Que en ningún caso puede llamarse á la muerte voluntaria grandeza de ánimo.


Todos los que han ejecutado en sus personas muerte voluntaria podrán ser acaso dignos de admiración por su grandeza de ánimo, mas no alabados por cuerdos y sabios; aunque si con exactitud consultásemos á la razón (movil de nuestras acciones), advertiríamos no debe llamarse grandeza de ánimo cuando uno, no pudiendo sufrir algunas adversidades ó pecados de otros, se mata asimismo; porque en este caso muestra más claramente su flaqueza, no pudiendo tolerar, ó la dura servidumbre de su cuerpo, ó la necía opinión del vulgo; pero sí deberá tenerse por grandeza de ánimo la de aquel que sabe comportar las penalidades de la vida y no huye de ellas, como la del que sabe despreciar las ilusiones del juicio humano, particularmente las del (1) Lib de los Jueces, cap. XVI.