Página:La ciudad de Dios - Tomo I.pdf/77

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
59
La ciudad de Dios

derecho militar ai práctica autoriza para matar al enemigo vencido, deben ser más cuidadosos en conservar vidas y no quebrantar las divinas sanciones.

LA CIUDAD DE DIOS



CAPÍTULO XXV

Que no se debe evitar el pecado con pecado.


¿Qué error tan eraso es el que se apodera de nuestra imaginación cuando llega á persuadir al hombre se mate á sí mismo, ya sea porque su enemigo pecó contra él, ó porque no peque cuando no se atreve á matar al mismo enemigo que peca, ó ha de pecar? Dirán que se debe temer que el cuerpo, sujeto al apetito sensual del enemigo, convide y atraiga con el demasiado regalo al alma á consentir en el pecado ajeno, sino por el suyo propio antes que le cometa; pero de ningún modo consentirá en tal flaqueza un alma que acceda al apetito carnal, irritada con el torpe deseo de otro; un alma digo que está más sujeta á Dios y á su admirable sabiduría, que al apetito corporal: y si es una acción detestable, y una maldad abominable, el matarse el hombre á sí mismo, como la misma verdad nos lo predica, ¿quién será tan necio, tan estólido ó tan demente que diga: pequemos ahora, porque acaso no pequemos después; cometamos ahora el homicidio, porque acaso después no caigamos en adulterio? Pregunto: si dado caso que domine en nuestros corazones con tanto despotismo la maldad que no escojamos, ni echemos mano de la inocencia, sino de los pecados, ¿no será mejor el adulterio incierto de futuro, que el homicidio cierto de presente? ¿No sería menos culpable cometer un pecado que se pueda restaurar con la penitencia, que cometer