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San Agustín

İN deciendo, no obstante, violencia en sus cuerpos, tenían oculta alguna flaqueza que pudiera degenerar en goberbia, si en aquella miserable forma escaparan de la humillación con que las sujetó la barbarie del vencedor. Así como la muerte arrebató á algunos porque la malicia no les trastornase el juicio (1), así á éstas se les arrebató invitamente una cierta interior prerrogativa, para que la prosperidad no relajase su modestia. A las unas y á las otras, que con respecto á su cuerpo no habían padecido afrenta alguna contra au honestidad, ó estaban ya soberbias, ó acaso podrían ensoberbecerse si la violencia del enemigo no las hubiera tocado; pero esta acción no fué causa de perder la castidad, sino de recomendarles la humildad. Proveyó Dios, en lance tan crítico, de pronto remedio á la soberbia presente de las unas, y á la que amenazaba en lo sucesivo á las otras.

Sin embargo, no se debe omitir que algunas que padecieron violencia pudo ser creyesen que el bien de la continencia era bien exterior del cuerpo, y que se poseía incorrupto mientras no sufriese torpeza de alguno, y que no consistía únicamente. en la constancia de la voluntad que estriba en el favor divino para que sea santo el cuerpo y el espíritu, y, finalmente, que este bien no es de calidad que no se pueda perder, aunque le pese á la voluntad. El cual error quizá con la experiencia le abandonaron, porque, cuando consideran con la constancia que sirvieron á Dios y con fe indubitable creen que á los que asi le sirven é invocan de ningún modo puede desampararlos, y, por último, no dudan lo agradable que es á sus divinos ojos la castidad, observan al mismo tiempo es infalible consecuencia que en ninguna manera permitiría sucediesen semejantes infortunios á sus santos, si por ellos pudieran perder la (1) Libro de la sabiduría, cap. IV.