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La ciudad de Dios

dad que fundaban: maravilloso ejemplo precedió á la presente ruina, para que sobre él se aumente la gloria de Jesucristo, y lo mismo constituyeron los destruidorea de Roma que habían antes establecido sus fundadores; pero con esta diferencia, que éstos lo ejecutaron para suplir el número de sus ciudadanos, que era muy escaso, si habia de formarse una población tan numerosa como apetecían, y aquéllos igualmente lo practicaron por conservar el considerable número de hombres que había en ella. Estas y otras cosas semejantes, si más copiosa y cómodamente pudiere, responda á sus contrarios la familia redimida con la sangre de Jesucristo, y su peregrina ciudad.

LA CIUDAD DE DIOS



CAPÍTULO XXXV

De los hijos de la Iglesia que hay encubiertos entre los impíos, y de los falsos cristianos que hay dentro de la Iglesia.


Pero acuérdese que entre estos sus enemigos hay algunos ocultos, que han de ser ciudadanos suyos; porque no juzgue es sin fruto, aun mientras conversa con ellos, que sufra á los que la aborrecen y persiguen, hasta que finalmente se declaren y maniflesten: así como en la ciudad de Dios, mientras es peregrina en el mundo, hay algunos de su número que gozan al presente en ella de la comunión de los sacramentos, los que sin embargo no se han de hallar con ella en la patria eterna de los santos, y de éstos unos hay ocultos y otros descubiertos, quienes con los enemigos de la religión no dudan de murmurar contra Dios, cuyo sacramento traen, acudiendo unas veccs en su compañía á los teatros, y otras con nosotros á las Iglesias. Pero de la en-