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La ciudad de Dios

aun el mismo Apuleyo, con los demás, confiesa que el hombre es animal terrestre, quien, no obstante es, sin comparación, más excelente, y se aventaja á los animales acuáticos, aunque prefiera Platón las aguas á la tierra; para que así entendamos que cuando se trata del mérito y dignidad de las almas, no debemos guardar el mismo orden que vemos hay en los grados de los cuerpos, sino que es posible que una alma mejor habite en cuerpo inferior y una peor en cuerpo superior.



CAPÍTULO XVI

Lo que sintió Apuleyo platónico de las costumbres de los demonios.


Hablando, pues, este mismo platónico de la condición de los demonios, dice que padecen las mismas pasiones de ánimo que los hombres; que se enojan é irritan con las injurias; que se aplacan con los dones; que gustan de honores y se complacen con diferentes sacrificios y ritos, y que se enojan cuando se deja de hacer alguna ceremonia en ellos; entre otras cosas dice también que á ellos pertenecen las adivinaciones de los augures, arúspices, adivinos y sueños; que son los autores de los milagros ó maravillas de los magos ó sabios, y defendiéndolos brevemente dice que los demonios, en su clase, son animales, en el ánimo pasivos, en en el entendimiento racionales, en el cuerpo aéreos, y en el tiempo eternos; y que de estas cinco cualidades, las tres primeras son comunes á nosotros, que la cuarta es propia suya, y la quinta común con los dioses;