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San Agustín

pero advierto que entre las tres primeras que tienen comunes con nosotros, las dos las tienen también con los dioses; porque dice que los dioses son asimismo animales cuyas cualidades, distribuídas cada una en su respectivo elemento, á nosotros nos coloca entre los animales terrestres con los demás que viven en la tierra y sienten, en los acuátiles á los peces y otros animales que nadan, entre los aéreos á los demonios, entre los etéreos á los dioses, y en cuanto los demonios son en su género animales, esta cualidad no sólo la tienen común con los hombres, sino también con los dioses y con los brutos; en cuanto al entendimiento racionales con los dioses y con los hombres, en cuanto son eternos en tiempo sólo con los dioses; en cuanto son pasivos en el ánimo, sólo con los hombres; en cuanto son aéreos en el cuerpo, esto lo tienen ellos solos; y así no es extraño que en su género sean animales, supuesto que lo son también los brutos; que en el tiempo sean racionales no son más que nosotros, porque también lo somos nosotros; que en tiempos eternos, ¿qué tienen de bueno si no son bienaventurados? Porque mejor es la felicidad temporal que la eternidad miserable; que en el ánimo sean pasivos, ¿cómo pueden ser más que nosotros, supuesto que nosotros lo somos, ni tampoco lo fuéramos si no fuéramos miserables? Que en el cuerpo sean aéreos, ¿en cuánto debe apreciarse esta cualidad, ya que á cualquier cuerpo se prefiere cualquiera naturaleza del alma?. Y así el culto de la religión que se debe por parte del alma, de ningún modo se debe â la cualidad que es inferior al alma; pero si entre las prendas recomendables que refiere de los demonios pusiera la virtud, la sabiduría, la felicidad, y. dijera que estos las tenían comunes y eternas con los dioses, sin duda que expresara alguna cualidad digna de apetecerse, y, por consiguiente, muy apreciable; sin embar-