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San Agustín

de mil modos y artificios de hacer mal, de lo que no se complace la inocencia: luego la castidad y la inocencia, si quisieren alcanzar alguna gracia de los dioses, no podrán por sus méritos; sino interviniendo sus enemigos, no hay motivo para que éste nos procure justificar las ficciones poéticas y las futilezas de teatro. Tenemos contra ellas á Platón, su maestro, quien tiene respectode ellos tanta autoridad, cuando el pudor humano se quiera tan mal que no sólo apruebe las torpezas, sino que tambien se persuada que se complace en ellas la pureza divina.



CAPÍTULO XIX

De la impiedad del arte mágica, la cual se funda en el patrocinio de los malignos espiritus.


Por lo respectivo á las artes mágicas, de las cuales á algunos que son demasiado infelices y demasiado im píos se les antoja gloriarse con el nombre de los demonios, alegaré contra ellos la misma luz de este mundo: porque ¿con qué causa se castigan estas ficciones tan severamente con el rigor de las leyes, si son obras de los dioses á quienes se debe respeto y veneración? ¿Acaso establecieron los cristianos estas leyes con que se procede contra las artes mágicas? ¿Y por qué otra razón ó en que sentido, sino porque es cierto que estos maleficios son en perjuicio de los hombres, dijo el ilustre poeta: «por los dioses te juro, y por tu dulce vida, querida hermana, que contra mi voluntad acudo á las artes mágicas: y lo que en otra parte dice asimismo de estas artes: «he visto transferir las mieses sembradas de un extremo á otro»; porque con esta pestilente y abominable