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San Agustín

los demonios, de modo que los dioses por ningún motivo tuvieron noticia, ni de la religiosa ley de Platón, ni del sacrílego gusto y deleite de los demonios, ¿qué suceso de importancia pueden saber los dioses de los acontecimientos humanos por medio de la legacía de los demonios, cuando ignoran las saludables sanciones que decretan por la religión de los hombres virtuosos, en honor de los dioses buenos, contra el voluptuoso deseo de los malos demonios? Y ai escogiesen la tercera y respondieren que no sólo tuvieron noticia por medio de los mismos demonios del sentir de Platón, por el que vedaba la manifestación de los afrentosos dicterios de los dioses, sino también de la lascivia y maldad de los demonios, que se entretienen recrean con las injurias de los dioses, pregunto: ¿esto es dar aviso ó hacer mofa? Y los dioses oyen lo uno y lo otro, y lo conocen y sufren con tanta conformidad, que no sólo no se les prohibe su comunicación á los malignos demonios, deseando y practicando estas acciones contrarias á la dignidad de los dioses y á la religión de Platón, вino que también por medio de estos sua impíos vecinos, al buen Platón, estando muy distantes de ellos, le remiten sus dones, pues de tal modo los unió entre sí el orden y trabazón de los elementos, que pueden comunicarse con los que les agravian, y con Platón, que los defiende, no pueden sabiendo lo uno y lo otro, aunque no son poderosos para trastornar y mudar la máquina asombrosa del aire y de la tierra; y si escogieren la restante, que es la cuarta, peor es que las demás; porque ¿quién ha de sufrir que los demonios digan á los dioses inmortales las ignominias y culpas que los poetas les suponen, y los indignos escarnios que se les hacen en los teatros, y el ardiente gusto y suavísimo deleite con que los mismos demonios se entretienen con estas fruslerías? A viata de esta doctrina deben confun-