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San Agustín

la tierra y al agua, por eso también ellos en el mérito Bon superiores á los hombres, los cuales fácilmente los exceden y hacen ventaja, no en el cuerpo terreno, sino en haber escogido en su favor al verdadero Dios, y en la conciencia piadosa y temerosa de Dios. Y aunque es verdad que ellos se apoderaron de muchos que son indignos de la participación de la verdadera religión, como de cautivos y súbditos suyos, persuadiendo á la mayor parte de éstos que son dioses, embelecándolos con señales maravillosas y engañosas, ya sea obrando una, ya adivinando otras, sin embargo, á otros que miraron y consideraron con más atención y diligencia sus vicios, no pudieron persuadirles que eran dioses, y así fingieron que eran entre los dioses y los hombres los internuncios, y los que alcanzaban de ellos los beneficios; más ni aun esta honra quisie ron que se les diese los que tampoco creían que eran dioses, porque advertían que eran malos; porque éstos eran de opinión que todos los dioses eran buenos, y, con todo, no se atrevían á decir que del todo eran indignos del honor que se debe á Dios, principalmente por no ofender al pueblo, el cual veían que con tantos sacrificios y templos los honraba y servía por una envejecida superstición.



CAPÍTULO XXIII

Lo que sintió Hermes Trimegisto de la idolatris, y de dónde pudo saber que se habían de venir á quitar las supersticiones de Egipto.


Ciertamente que sintió diferentemente y escribió de ellos Hermes, egipcio, á quien llaman Trimegisto, mediante á que Apuleyo, aun cuando conceda que no son dioses, pero diciendo que son entre los dioses y los hom.