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La ciudad de Dios

dieron la gloria de Dios, ni se le mostraron agradecidos, sino que dieron en vano con sus imaginaciones y discursos, y quedó su necio corazón rodeado y sumergido en las tinieblas de su presunción y arrogancia, porque en lo mismo en que se gloriaban de sabios y literatos, en esto mismo quedaron necios é ignorantes, andando tan ciegos que profanaron la majestad de Dios inmortal, mudándola en la imagen ó estatua de hombre mortal», y lo demás que sería largo referirlo: en atención á que Hermes cita tan sólidos fundamentos sobre el que es único y sólo Dios verdadero, Criador del mundo, que son conformes á lo que prescribe la verdad, y no sé de qué modo se deja llevar de las obscuras tinieblas de su corazón á unas cosas como estas; que quiere que siempre estén sujetos los hombres á los dioses, que confiesa son obras de los mismos hombres, y que siente haya de venir tiempo en que esto se quite, y no haya de existir; como sí pudiese haber cosa más infeliz y desdichada que el hombre, á quien dominan los figmentos y estatuas que ha fabricado por sus manos; siendo más fácil que, adorando el hombre á los dioses que formó por sus propias manos, deje de ser hombre, que no porque él los adore sean dioses los que hizo el mismo hombre, porque más presto sucede (1): «Que el hombre colocado en una honrosa condición, y en un estado superior semejante á la imagen de Dios, no conociendo, antes sí olvidado de su condición y nobleza, se iguale en su miseria á las bestias, sin procurar exceder á la misma obra que hizo meros, cap. XXI. Cognoscentes Deum, non sicut Deum glorificaverunt, aut gratias egerunt, sed evanuerunt in cogitationibus suis, et obscuratum est insipiens cor eorum, dicentes enim, se esse sapientes, stulti facti sunt, et immutaverunt gloriam incorruptibilis Dei in similitudinem imaginis corruptibilis hominis.

(1) Salmo 48. Ut homo in honore positus, pecoribus non intelligens comparetur,