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San Agustín

CAPÍTULO XXIV

Cómo Hermes claramente confesó el error de sus padres, y con todo, le pesó de que se hubiese de destruir.


En atención á que despues de algún intervalo vuelve á discurrir sobre este punto, y hablar de los dioses diciendo de este modo: «pero ya de estos tales basta lo que hemos referido», añade: «volvamos al hombre y á la razón, por la cual, concedida por singular beneficio de Dios, se denominó el hombre animal racional » Admirables por todo extremo se nos representan las cualidades del hombre que hemos relacionado por extenso, pero en verdad excede y sobrepuja la admiración de cuanto puede ser maravilloso por sus circunstancias, que fuera posible al hombre investigar y descubrir la naturaleza divina, y ser autor, criador y único artífice de ella: así que por cuanto nuestros mayores anduvieron muy errados é incrédulos acerca de los dioses, sin advertir á su culto y religión, hallaron traza é invención para formar dioses; y luego que la descubrieron la apropiaron y aplicaron una virtud conveniente, tomándola de la naturaleza del mundo y mezclándola porque no podían crear almas, invocando y llamando las de los demonios ó de los ángeles con santos y divinos misterios, las hicieron entrar dentro de las imágenes, por las cuales los ídolos pudiesen tener potestad y virtud para hacer bien y mal; no sé si los mismos demonios, á fuerza de conjuros, confesarían esta verdad como la confiesa Hermes; porque dice: nuestros antepasados andaban muy errados é incrédulos acerca de la calidad de los dioses, y sin advertir á su culto y religión hallaron traza y modo para formar dioses. Y por ventura no dijo que andaban errados siquiera en un tér-