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La ciudad de Dios

mino medio para poder descubrir el arte de hacer dioses, ni contentóse con decir errados, sino que añadió y dijo muy errados. Este grande error é incredulidad de los que no le advertían y se aplicaban al culto y religión de Dios, inventó un raro medio de establecer dioses; un error tan craso, una incredulidad tan dura, y la aversión ó contradicción del ánimo humano al culto y religión de Dios, encontró, sin embargo, modo de que el hombre fabricase con artificio dioses. Duélese de esta inepcia un hombre tan sabio como Hermes, sintiendo haya de venir tiempo en que se abrogue la religión divina. Adviertan, pues, cómo por virtud divina confiesa, aunque implícitamente, la alueinación y error de sus antepasados, y por una diabólica envidia se siente penetrado de dolor por el futuro castigo de los demonios; porque si sus mayores, procediendo con notable equivocación sobre la investigacion de la condición de los dioses, y estando dominados de la incredulidad y aversión al culto de la religión divina, hallaron un especioso artificio para crear dioses, ¿qué maravilla, si todo lo hizo esta arte abominable, estando contraria y encontrada con la religión divina, lo quite la religión divina, pues la verdad es la que enmienda y modera el error, y la fe la que convence á la incredulidad, y la conversión la que corrige á la aversion? Porque si, omitiendo las causas, dijera que sus precedesores habían encontrado traza y modo para hacer dioses, sin duda nos tocaba á nosotros, si éramos cuerdos y religiosos, el averiguar cómo de ninguna manera pudieran llegar ellos á conseguir arte con que el hombre crea dioses, si no fueran errados en la verdad, si creyeran cosas dignas de Dios, si advirtieran y aplicaran el ánimo al culto y religión divina. Podríamos decir nosotros que las causas de este arte vano eran el error inmoderado de los hombres, la incredulidad y la aversión que el áni-