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San Agustín

mo alucinado é infidente tenía á la religión divinacomo la desenvoltura de los que se defienden contra la verdad merecían que dijésemos; pero cuando esto mismo admira al hombre más enterado que todos los demás en lo concerniente á las facultades de esta arte de hacer dioses, y se duele de que ha de venir tiempo en que todas estas ficciones ó estatuas de los dioses fabricadas por los hombres se manden públicamente quitar y destruir por las leyes civiles; confesando además y declarando las causas por que llegaran á experimentar tan fatal excidio, diciendo que sus antepasados, poseídos de sus errores é incredulidad, y sin advertir ni aplicar su ánimo al culto y religión divina, descubrieron el arte con que pudieron formar dioses. ¿Dejará de ser muy conforme que nosotros digamos, ó por mejor decir, demos afectuosas y reverentes gracias á Dios nuestro Señor que por un efecto de su amor benéfico hacia nosotros se sirvió desterrar y abolir tales errores, con causas contrarias á las que se instituyeron?

Porque lo mismo que estableció el error y humano desvario, lo abrogé la invención de la verdad; lo que introdujo la incredulidad, lo quitó la fe; lo que instituyó la aversión que tuvieron al culto divino y á la religión, lo destruyó la conversión sincera á un Dios santo y verdadero; y no sólo lo quitó y desterró de Egipto, del cual solamente se duele este sabio, el espíritu de los demonios, sino de toda la tierra, donde se canta con indecible júbilo al Señor un nuevo cántico, como los expreaaron las letras verdaderamente sagradas y verdaderamente proféticas, donde dice la Escritura (1): «Cantad al Señor un nuevo cántico, cantad y glorificad al Señor toda la tierra»; en atención á que el título del Salmo es: (1) Salmo 95. Cantate Domino canticum novum, cantate Domino omnis terra,