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San Agustín

Señor toda la tierra. Cantad al Señor y bendecid su nombre; anunciad cada día su salud; anunciad y evangelizad á las gentes su gloria, y á todos los pueblos sus maravillas: porque es grande el Señor y digno de alabanza sobremanera, y más terrible que todos los dioses; porque todos los dioses de los gentiles son demonios, pero el Señor hizo los cielos». El que se dolía de que había de venir tiempo en que se desterrase del mundo el culto y religión de los ídolos y el dominio que tenian los demonios sobre los que los adoraban, instigado del espíritu maligno, quería que durase siempre esta cautividad: la cual concluída, canta el salmista rey que se va edificando la casa en toda la tierra. Profetizaba Hermes aquello doliéndose, y vaticinaba esto el profeta alegrándose. Y porque es espíritu vencedor el que cantaba estas divinas alabanzas por medio de los profetas santos, también Hermes, lo mismo que no quería y sentía que se les abrogaae, por un modo y traza admirable fué obligado á confesar que lo habían establecido no los prudentes, fieles y religiosos, sino los que andaban errados, los que eran incrédulos y opuestos al culto de la religión divina. Este sabio escritor, aunque los llame dioses, con todo, cuando confiesa que los formaron tales hombres cuales sin duda no debemos ser nosotros, aún contra su voluntad, manifesta que no deben ser adorados por los que no son semejan tes á los que los hicieron á su albedrío; esto es, á los sabios, fieles y religiosos, demostrando al mismo tiempo que los mismos hombres que los hicieron se impusieron á sí el subsidio de tener por dioses á los que no lo eran: porque es infalible aquella divina expresión del profeta: Si facit homo Deos, et ecce ipsi non sunt Dii: «Si nus, et laudabilis nimis, terribilis est super omnes Deos. Quoniam omnes Dii gentium dæmonia, Domihus autem cælos fecit.