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La ciudad de Dios

cosas terrenas por la inmundicia del corazón; pero cuando recuperamos la salud, de modo que en la disposición estemos como ellos están, entonces en la fe nos acercamos y unimos con ellos si creemos también y esperamos con su intercesión la bienaventuranza de aquel que los hizo igualmente á ellos felices.



CAPÍTULO XXVI

Que toda la religión de los paganos se empleó y resumió en adorar hombres muertos.


Y verdaderamente es digno de advertir cómo este egipcio, sintiendo el tiempo que había de sobrevenir, en el cual había de desterrarse de Egipto lo mismo que conflesa fué establecido por log que andaban muy errados, incrédulos y contrarios al culto de la religión divina, entre otras cosas dice: «entonces esta tierra, que es un venerable asiento de los delubros y templos, estará sumamente llena de sepulcros y difuntos, como que si no se quitara la vana superstición, no hubieran de morir los hombres, ó se hubieran de sepultar los muertos en otra parte que en la tierra, pues seguramente que quanto más fuese corriendo el tiempo y los días, tanto mayor había de ser el número de los sepulcros por el número mayor de los muertos. Sin embargo, parece que se duele porque las memorias y capi: llas de nuestros mártires habían de suceder á sus delubros y templos.» Sin duda porque leyendo esto los que nos tienen mala voluntad y el corazón dañado, imaginen que los paganos adoraron á los dioses en los templos, y que nosotros adoramos á los muertos en los se

Tomo II.
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