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San Agustín

monios, colocados en el lugar medio entre los dioses y los hombres, padecen las terribles borrascas de las pasiones; porque si no sufrieran semejantes movimientos teniendo el ánimo libre, superior y señor de sí mismos, no dijera Apuleyo que corren su tormenta con la miama turbación y agitación de ánimo por las procelosas ondas de pensamientos dudosos. El espíritu de éstos, es decir, la parte superior del alma con que son racionales, y donde la virtud y la sabiduría, si existiese alguna en ellos, había de tener el mando y señorío para moderar y regir las turbulentas pasiones de las partes inferiores del alma; el espíritu de éstos, digo, como lo confiesa este platónico, padece una cruel tormenta de perturbaciones; luego el espíritu de los demonios está sujeto á las pasiones de los apetitos, á temores, enojos y todos los otros afectos: ¿qué parte, pues, les queda libre y que sea señora de la sabiduría, con que puedan agradar á los dioses, y á semejanza de los dioses buenos, mirar por los hombres cuando su espíritu, estando sujeto y oprimido de las imperfecciones y vicios de las pasiones, todo lo que naturalmente tiene de discurso y entendimiento, con tanta más eficacia lo aviva para alucinar y engañar cuanto más poseído está del apetito y pasión de hacer mal?



CAPÍTULO VII

Que los platónicos dicen los poetas han infamado á los dioses con sus ficciones, haciéndolos aombatir entre si siguiendo contrarias opiniones de los hombres, siendo este oficio propio de los demonios y no de los dioses.


Si alguno pronunciare que los dioses fingidos por los poetas, aunque no muy distantes de la verdad que tie-