Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/158

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
156
San Agustín

han de ser á larvas ó dioses Manes, vienen á ser tanto peores cuanto más inclinados son y deseosos de causar males; de modo que entienden que aun después de muertos los han de convidar con ciertos sacrificios, como si fuesen honores divinos á que hagan daño, porque las larvas dice que son unos malos y perjudiciales demonios que se forman de los hombres, pero esta es otra cuestión, y por eso dice que en griego los bienaventurados aon llamados Eudemones, por cuanto son buenas almas, esto es, buenos demonios, confirmando también que las almas de los hombres son demonios.



CAPÍTULO XII

De las tres cosas contrarias con que según los platónicos se distingue la naturaleza de los demonios y la de los hombres.


Pero ahora hablamos de aquellos que describió según su propia naturaleza, colocándolos entre los dioses y los hombres, en el género animales, en el entendimiento racionales, en el ánimo pasivos, en el cuerpo aéreos, en el tiempo eternos. En efecto; habiendo puesto primeramente á los dioses en el alto cielo, y á los hombres en la tierra, distintos entre sí, asi en los lugares como en la dignidad y perfección de su naturaleza, concluye de este modo. Teneis dos especies de animales, los dioses, que son muy diferentes de los hombres en la elevación del lugar, en la perpetuidad de la vida, en la perfección de la naturaleza, sin que haya entre ellos ninguna comunicación próxima: así, por ser tan prolongado en el espacio y distancia que divide las moradas altas de las ínfimas, como porque en el cielo la vida es eterna é indeficiente, y en la tierra caduca y perecede.