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San Agustín

sumo ni es el infimo, así podemos decir bien que los demonios, siendo animales racionales, ni son bienaventurados ni miserables, como son las plantas y las bestias que carecen de sentido ó razón, sino que los que participan de razón es necesario que sean miserables ó bienaventurados. Asimismo no podemos proferir con fundamento que los demonios ni son mortales ni eternos, en atención á que todos los vivientes, ó viven perpetuamente ó acaban la vida con la muerte: pero ya dijo este autor que los demonios, en tiempo, eran eternos. ¿Qué resta, pues, sino que los medios de las dos cualidades de los sumos tengan la una, y de las otras dos de los ínfimos la otra? Pues si tuvieran las dos de los ínfimos ó las dos de los sumos, no serían ya medios, sino que ó se excedieran ó inclinaran á una de las partes: así que, según llevamos demostrado, no pueden carecer de ambas, y, por consiguiente, deben medirse con igualdad, tomando de ambas partes la una, y ya que de los ínfimos no pueden tener la eternidad, porque no gozan de ella, solamente pueden obtenerla de los sumos, por cuyo motivo no les queda otra cosa que puedan tener de los ínfimos para cumplir su medianía, sino la miseria.



CAPÍTULO XIII

Cómo los demonios, ni con los dioses son bienaventurados, ni con los hombres miserables; entre unos y otros son medios, sin comunicarse con los unos ni con los otros.


Según opinión de los platónicos, los dioses que ocupan el lugar más elevado participan de una bienaventurada eternidad, o de una eterna bienaventuranza; los