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La ciudad de Dios

hombre, lo cual, añade, es la principal señal de sublimidad y excelencia, no maculándose ni dejándose profanar con ninguna atracción ó trato sensible de los hombres: luego conflesa que se maculan y profanan los demonios, y por lo mismo no podrán purificar á los hombres que los maculan y profanan: según esta doctrina, los unos y los otros, todos vienen á ser inmundos y profanos: los demonios con el comercio sensible de los hombres, y éstos adorando á los espíritus infernales. Si es positivo que pueden los demonios ser tratados como sensiblemente de hombres y mezclarse con ellos, y sin embargo no contaminarse ni macularse, sin duda son mejores que los dioses, supuesto que si se mezelaran serían profanados: y esta prerrogativa dicen es la principal que tienen los dioses, que por estar tan altamente separados no los puede contaminar el trato de los hombres; y por lo perteneciente al sumo Dios, criador de todas las cosas, á quien nosotros Ilamamos verdadero Dios, dice que le celebra Platón hablando de este modo que él solamente á quien por la cortedad é ignorancia del humano lenguaje no le pueden comprender ni una mínima parte, ninguna especie de palabras las más exagerativas, y que apenas la inteligencia de este Dios se descubre á los varones sabios, después de haber primeramante recopilado con el vigor de su ánimo todo lo concerniente á las cualidades corporales, lo cual les sucede también á ratos, así como suele dejarse ver en unas densísimas tinieblas una luz cándida y apacible entre súbito y arrebatado relámpago: luego si el que es verdaderamente sobre todas las cosas sumo Dios, con una inteligible é inefable presencia, aunque á ratos y como una luz hermosa y agradable entre un súbito y rápido relámpago, con todo se descubre á los corazones de los sablos cuánto se abstraen en cuanto pueden de las cosas corporales, y no