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San Agustín

tamina, los hombres ven á los dioses que él dice que son tan visibles, como son las clarísimas lumbreras del mundo y las demás estrellas; y por esta cuenta más seguros están los demonios de esta contaminación de los hombres, supuesto que no pueden ser vistos si ellos no quieren. O si contamina, no el dejarse ver, sino el ver, nieguen que estas resplandecientes antorchas del mundo, á las cuales tienen por dioses, ven á los hombres cuando arrojan sus rayos hasta tenderlos por la tierra, los cuales rayos, no obstante, aunque se derramen y extiendan por todas y cualesquiera obscenidades, no por eso se contaminan, y los dioses se contaminarán si se mezclan con los hombres, aunque fuera necesario para ayudarlos el contacto. Porque los rayosdel sol y de la luna tocan la tierra, y con todo, ella no contamina esta luz; pero mucho me admiro que hombres tan doctos, que pospusieron todas las cualidades corpóreas y sensibles á las incorpóreas é inteligibles, tratando de la vida bienaventurada hagan mención delas contracciones ó tratos corporales: ¿dónde está aquella expresión de Plotino, que dice: «debemos, pues, acogernos y huir á la esclarecida patria donde está el padre, y todo cuanto puede desearse»? ¿En qué escuadra ó embarcación, ó cómo hemos de huir? Procurando, dice, ser semejantes á Dios: luego si cuanto uno más se agemeja á Dios tanto se le aproxima más, no hay otra distancia que esté lejos de él sino la desemejanza; y tanto más desemejante es el alma del hombre al incorpóreo, eterno é inmutable Dios, cuanto es más apasionada de las cosas temporales, instables y madables.