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San Agustín

tiránica, había de librar á los que están predestinados para su reino y gloria para siempre verdadera y verdaderamente sempiterna. Manifestóse, pues, á los demonios, no en la parte que es vida eterna y luz inmutable que alumbra á los piadosos y temerosos de Dios, la cual los que la alcanzan ver por la fe que es en él, se purifican y limpian, sino por ciertos efectos temporales de su virtud y por algunas señales de su impenetrable presciencia, las cuales se pudiesen descubrir á los sentidos angélicos, aun de los espíritus malignos, antes que á la flaqueza de los hombres. Y así, cuando le pareció reprimirlas y ocultarlas un poco, y cuando se ocultó más profundamente, dudó de él el príncipe de los demonios, y le tentó para saber si era Cristo, examinando todo cuanto él se dejó tentar para acomodar al hombre que consigo traía para ejemplo y dechado nuestro; pero después de aquella tentación, sirviéndole y ministrándole, como dice el sagrado texto, los ángeles (sin duda los buenos) y los santos, y, por consiguiente, haciéndose terribles y espantosos á los espíritus inmundos, se fué manifestando más y más á los demonios Cuán grande era, para que á su mandato, aunque en él parecía de corta estimación por la flaqueza de la carne, nadie osase ó se atreviese á resistir.



CAPÍTULO XXII

Qué diferencia hay entre la ciencia de los santos ángeles y la ciencia de los demonios.


Supuesto que los ángeles buenos no asuntan en la ciencia de las cosas corporales y temporaies con que se hinchan y ensoberbecen los demonios, no porque las