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La ciudad de Dios

buímos estas invenciones son tenidos por hombres que llaman colendos y reverendos, y si están muy elevados, adorandos; ¿pero quién creyó jamás que lo que es el sacrificio se debía á otro sino á quien supo, creyó ó fingió que era Dios? Cuán antiguo sea el reverenciar á Dios con el uso del sacrificio, bastantemente nos lo manifiestan los dos hermanos Caín y Abel, entre quienes reprobó Dios el sacrificio del mayor y aceptó el del menor,



CAPÍTULO V

De los sacrificios que Dios no pide, pero quiso.

se observasen para la significación de los que pide.

¡Y quién será tan estúpido é ignorante que crea que lo que se ofrece en los sacrificios es necesario para algunos destinos de que Dios tenga necesidad! Lo cual, por cuanto en varios lugares nos lo enseña la sagrada Escritura, por no dilatarme demasiado, sólo alegaré la expresión del salmo (1): «dije al Señor, tú eres mi Dios, y no tienes necesidad de mis bienes»; así que hemos de entender que Dios no tiene necesidad de res ó animal alguno, ó de cualquiera otro ente corruptible ó terreno; más ni ann de la misma justicia del hombre, y que todo lo que es servir fiel y legítimamente á Dios, resulta en utilidad del hombre y no de Dios, mediante á que desde luego no habrá uno que sostenga que causa provecho á la fuente porque bebe sus aguas, ó á la luz porque ve con ella. Y si los patriarcas contiguos ofrecieron (2) Salmo 15: Diri Domino, Deus meus es tu, quóniam bonorum meorum non eges.