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San Agustín

algunos sacrificios con víctimas de varios animales (los cuales, aunque los halla estampados y lee en el sagrado texto el pueblo de Dios, no los usa al presente), no debe entenderse sino que con aquellas figuras se significaron las verdades que realmente pasan en nosotros á efecto de que nos unamos con Dios, á cuyo último fin dirijamos también al prójimo; así que el sacrificio visible es un sacramento, esto es, una señal sagrada del sacrificio invisible. Y así el rey penitente en boca del profeta, ó el mismo profeta solicitando con todo esfuerzo que Dios tuviese misericordia de sus pecados, dice (1): «Si quisiérais, Señor, sacrificio, yo os le ofreciera seguramente; pero no os pagáis de holocaustos. El sacrificio que quiere Dios es el espíritu atribulado, pues al corazón compungido y humillado no le despreciará Dios.» Notemos y consideremos cómo donde dijo que Dios no quería sacrificio, allí mismo indica que Dios le quiere. No quiere, pues, el sacrificio de una res muerta, y sólo quiere el sacrificio de un corazón contrito. Por la expresión en que dijo que no quería, se significa lo que en seguida dijo que quería. Dijo, pues, que Dios no gustaba de los sacrificios ofrecidos al modo que los ignorantes creen y juzgan que los quiere como si los quisiera, para que le sirviesen de diversión y complacencía; porque si los sacrificios que únicamente apetece entre otros, es uno el corazón contrito y humillado con el dolor verdadero y la penitencia no quisiera se significaran con los sacrificios que presumieron deseaba, como si fuesen agradables y deleitables al Señor, sin duda que no mandara expresamente en la ley antigua se los ofrecieran, por lo cual fué indispensable mudar(1) Salmo 50. Si voluisses sacrificium, dedissem utique, holocaustis non delectaveris: sacrificium Dea spiritus contribulatus, cor contritum et humilllatum Deus non spernet.