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San Agustín

el fruto de mis entrañas por el pecado de mi alma? ¿No te ha avisado ya, hombre, lo bueno y lo que hace al caso, lo que quiere el Señor de tí, y qué otra cosa desea sino que vivas justa y santamente, que seas benigno y misericordioso, pronto y dispuesto para servir y agradar á Dios tu Señor?» Las dos moniciones se contienen distintamente en las expresiones de Micheas, quien claramente declara que no pide Dios para sí los sacrificios con que se significan los que le complacen.

En la carta á los hebreos díce por San Pablo (1): «No os olvidéis de ser benignos y misericordiosos para con los pobres y miserables, pues con estos sacrificios se aplaca Dios y se consigue su amistad»; y, por consiguiente, donde dice (2) «más quiero de ti la misericordia que el sacrificio», no es necesario que entendamos otra cosa sino que prefirió un sacrificio á otro sacriflcio, mediante á que aquel que todos llaman sacrificio es una figura ó representación del verdadero sacrificio, y la misericordia es del mismo modo verdadero sacrificio, por lo que dice lo que poco antes referí: Talibus enim sacrificiis placatur Deus «que con tales sacrificios se grangea la amistad y gracía de Dios»; todo cuanto leemos que mandó Dios en diferentes ocasiones sobre los sacrificios y sobre el ministerio ó servicio del tabernáculo ó del templo, se reflere para significar el amor de Dios y del prójimo, porque en estos dos mandamientos, como dice la sagrada Escritura: Tota lex pendet, et prophete; está cifrado y recopilado todo lo que contiene la ley y los profetas.

(1) San Pablo, ep. á los hebreos, cap. XIII. Benefacere, et communicatores esse nolite oblivisei, talibus enim sacrificiis placatur Deus.

(2) Osear, o. VI. Misericordiam magie volo quam sacrificium.