Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/197

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
195
La ciudad de Dios

CAPÍTULO VI

195 Del verdadero y perfecto sacrificio.


Sacrificio verdadero es todo aquello que se practica á fin de unirnos santamente con Dios, refiriéndolo precisamente á aquel sumo bien con que verdaderamente podemos ser bienaventurados: por lo cual la misma misericordia que se emplea en el socorro del prójimo, si no se hace por Dios no es sacrificio, pues aunque le haga ú ofrezca el hombre, sin embargo, el sacrificio es cosa divina; de modo que aun los antiguos latinos llamaron al sacrificio con el nombre de cosa divina, y así el mismo hombre que se consagra al nombre de Dios y se ofrece solemnemente y de corazón á este gran Señor, en cuanto muere al mundo para vivir en Dios es sacrificio: porque también pertenece á la misericordia la que cada uno usa consigo mismo. Por eso dice la Sagrada Escritura (1): «usa de misericordia con tu alma agradando á Dios». Cuando castigamos nuestro cuerpo con la templanza, si lo hacemos por Dios, como debemos, no dando nuestros miembros para que se sirva de ellos el pecado por armas é instrumento para operar mal, sino para que use de ellos Dios nuestro Señor como de armas é instrumento para hacer bien, es igualmente sacrificio (2): «Ruégoos, pues, hermanos, por la misericordia de Dios, que le ofrezcáis y sacrifiquéis vuestros cuerpos, no ya como animales muertos, sino como una hostia viva, verdaderamente (1) Eccl., cap. XXX: Miserere animæ tuæ, placens Deo.

(2) San Pablo, ep. á los romanos, cap. XII: Obsecro itaque vos fratres per misericordiam Dei, ut erhibeatis corpora vestra, hosfia moivam, sanctam, Deo placentem, rationabile obsequium vestrum.