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San Agustín

Di ser fecunda; al meditar que en el sacrificio de Abraham discurrió por el aire una llama que vino del Cielo por medio de las víctimas; al reflexionar que dieron notícia exacta á Abraham los ángeles de Dios del fuego abrasador que había de caer del Cielo sobre los ciudadanos de Sodoma, á cuyos espíritus angélicos había hospedado en su casa bajo la figura y traje de hombres, y de ellos había sabido la promesa que Dios le había reproducido sobre la dilatada posteridad que había de tener; al advertir que, aproximándose el tiempo en que debía descender del Cielo aquel milagroso fuego, consiguiese por mediación de los ángeles el que pudiese salir milagrosamente libre de toda desgracia de la misma ciudad de Sodoma, Lot, su sobrino, hijo de su hermano, cuya mujer en el camino, volviendo la vista hacia la ciudad, y convertida de improviso en estatua de sal, nos advirtió con grande é incomprensible misterio que ninguno en el camino de su libertad debe volver los ojos del apetito á la vida pasada; al considerar cuán grandes son las maravillas que obró Moisés al tiempo de sacar al pueblo de Dios de la dura servidumbre de Egipto, cuando á los magos ó sabios de Faraón, rey de Egipto, que tenía oprimido con su tiranía al pueblo escogido, les permitió Dios que hiciesen algunos raros portentos para vencerlos y confundirlos con otros mayores, mediante á que ellos los hacían con encantamientos mágicos y bechicerías, á que son dados con muy particular afición los ángeles malos, esto es, los demonion; pero Moisés los venció fácilmente con el ministerio de los ángeles, tanto más poderosamente cuanto era más justo que los venciera y humillara en el nombre del Señor, que hizo el cielo y la tierra; finalmente, desfalleciendo los magos en la tercera plaga, suscitó Moisés hasta diez, que en sí representaban ocultos é impenetrables misterios, á las cuales se rindieron los I