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San Agustín

monios, sino del número de aquellos de quienes dijimos que eran falaces y engañosos, ó más ciertamente todo una quimera ó ficción humana; pero porque con estas artes se obran y ejecutan tales y tan raras operaciones que exceden realmente la facultades y fuerzas humanas, ¿qué resta ya sino que todo cuanto observamos que maravillosamente vaticinan y obran como si estuvieran iluminados del espíritu divino, y, no obstante, no se refiere al culto de un solo Dios verdadero, cuya perfecta unión absolutamente (aun según el sentir de los platónicos en diversos lugares) es solamente el único bien que nos hace bienaventurados; qué resta, digosino que, considerados atentamente todos aquellos raros portentos, entendamos que son embelecos y engaños con que nos alucinan y divierten los espíritus infernales, á cuyo funesto mal debemos ocurrir, procurando guardarnos de sus cautelas con el amparo y protección de la religión verdadera?



CAPÍTULO XII

De los milagros que obra el verdadero Dios por ministerio de los santos ángoles.


Todos los milagros que se hacen por disposición divina, ya sea interviniendo el ministerio de los ángeles, ya sea en otra conformidad, pero dirigidos siempre á recomendarnos y encargarnos el culto y religión de un solo Dios, en quien consiste solamente la concesión de la bienaventuranza, debemos creer que los hacen realmente aquellos espíritus justos, ó por medio de los que nos aman según la verdad y piedad, obrando el mismo Dios en ellos: y así no debemos prestar nuestra aten-