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La ciudad de Dios

con ritos y ceremonias religiosas, pidiéndonos que los adoremos y ofrezcamos sacrificios, ó á los que dicen que toda esta reverencia y culto se debe solamente á un Dios Todopoderoso, Criador de todas las cosas, á quien prescriben que rindamos todo este honor y culto con verdadera, piedad; con cuya amable vista y contemplación son también bienaventurados, prometiéndonos que lo seremos también nosotros, porque la vista de Dios es tan hermosa y digna de un amor tan singular, que sin ella, aunque tenga uno abundancia de otros cualesquiera bienes, no duda Plotino decir que es infelicísimo? 'Siendo, pues, cierto que unos ángeles nos mueven é incitan con señales admirables á que adoremos con reverencia y culto de latria á este solo Dios, y otros á que se les adore á ellos, es digno de notarse que aquéllos nos prohiben el adorar á éstos, y éstos no se atreven á prohibir que sea venerado aquél. De éstos ¿é quiénes debemos dar más crédito? Respóndannos los platónicos, respóndannos cualesquiera filósofos, respóndannos los theurgos, ó, por mejor decir, los periurgos, por cuanto son acreedores á que se les dé este nombre, por tales artes y estudios. Finalmente, respóndannos los hombres, si es que de algún modo vive en ellos algún sentido natural, con el cual les hizo Dios racionales. Respondannos, digo, si se debe ofrecer sacrificios á los dioses ó ángeles, que mandan expresamente que se les sacrifiquen á ellos solos, ó solamente á aquel Señor á quien prescriben se haga así los que prohiben que se les ofrezcan víctimas y sacrificios á ellos propios y á los otros. Cuando ni éstos ni aquéllos hicieran milagros, sino que únicamente mandaran los unos que se les sacrificase á ellos, y los otros los vedaran y ordenaran que solamente se ofreciesen sacrificios á un sólo Dios verdadero, debían muy bien advertir con piedad y religión cuál de estos procedía con fausto y so-