Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/222

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
220
San Agustín

berbia, y cuál con verdadera religión. Aun digo más: que cuando los que quieren que se les sacrifique, sólo ellos pudieran mover á los hombres con obras maravillosas, y los que lo prohiben y prescriben que se sacrifique á un sólo Dios verdadero, no quisiesen practicar estas maravillas y milagros visibles, seguramente que debíamos anteponer su autoridad, siguiendo, no el sentido del cuerpo, sino la luz de la razón. Y habiendo Dios procedido así para recomendarnos los estatutos y sanciones de su ley verdadera, de manera que por estos sus mensajeros y ministros inmortales que predícan y celebran, no su fausto y soberbia, sino la Majestad Divina, ha hecho milagros mayores, más ciertos y más evidentes, para que los que des an para sí los acrificios no persuadiesen fácilmente á los flacos el conocimiento de Dios, mostrando la falsa religión á sus sentidos algunos prodigios estupendos; ¿quién habrá que quiera pasar por tan ignorante que no elija los verdaderos para seguirlos, supuesto que halla en ellos mucho más de que poder admirarse? En atención á que los milagros que obran los dioses de los gentiles, de que se hace mención y celebran en sus historias, y no hablo de los que monstruosa y raramente suceden por el discurso del tiempo por ocultas y secretas causas naturales, aunque ciertas y subordinadas a la divina Providencia, como son los inusitados partos de los animalea, las apariencias extraordinarias en el cielo y en la tierra, ya sean las que causan precisamente espanto y terror, ya también las que hacen notables daños y estragos, las cuales dicen que se aplacan y mitigan con ritos diabólicos por la engañosa y cautelosa astucia de los espíritus infernales, sino de los milagros, que se observa con toda evidencia que se hacen por la virtud y potestad divina, como es lo que refieren de que las imágenes ó simulacros de los dioses Penates, que con.