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San Agustín

resultase fastidio alguno. A este sumo y verdadero sacrificio cedieron todos los sacrificios falsos.



CAPÍTULO XXI

De la potestad que Dios dis á los demonios para glorificar sus santos que pasaron ya por la pasión, los cuales vencieron á los espiritus aéreos, no aplacándolos, sino perseverando en Dios.


Aquella potestad que en ciertos y determinados tiempos permite y concede Dios á los demonios, para que por medio de los hombres, de cuyo corazón están apoderados, ejerciten tiránicamente su rencor y enemistad contra la Ciudad de Dios, y que admitan sacrificios, no sólo de los que se los ofrecen voluntariamente, sino también de los que no quieren ofrecérselos y se resisten, por lo cual los persiguen violentamente hasta lograr que se los ofrezcan; no sólo no es en daño, sino que es averiguado que resulta en utilidad de la Iglesia para que se cumpla el número de los mártires á quienes la Ciudad de Dios estima por ciudadanos más ilustres y honrados, cuanto más fuerte y valerosamente pelean contra la impiedad de las potestades y tiranos, hasta derramar su inocente sangre. Á éstos con mayor razón, si lo permitiera el uso común del idioma de la Iglesia, los llamaríamos nuestros héroes; por cuanto este nombre dicen que se deriva de Juno, en atención á que Juno, en idioma griego se llama Hera, y por eso no sé qué hijo suyo, según las fábulas de los griegos, se llamó Heros, significando expresamente con esta fábula cómo en sentido místico el aire se atribuye á Juno, en cuyo lugar dicen que habitan los héroes con