Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/240

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
238
San Agustín

ra servido en vano á Dios, advirtiendo que los que le despreciaban y no servían flelmente gozaban de la felicidad que él esperaba de tan gran Señor, y que sufrió grandes molestias en la inquisición y examen de este punto, queriendo averiguar y saber por qué pasaba así, hasta que entró en el santuario de Dios, entendió y conoció el último fin y destino de los que parecían felices y dichosos á los ojos de su ignorancia. Entonces notó que los que se encumbraron sobremanera fueron, como dice, derrotados y batidos, y que faltaron y perecieron por sus culpas, y que todo el colmo de la felicidad temporal se les volvió como un sueño de uno que, despertado de improviso, se halla desamparado de los falsos contentos y objetos deleitables que imaginaba en au fantasia, y porque en esta tierra ó ciudad terrena les parecía que eran grandes: Domine, in civitate tua imaginem illorum ad nihilum rediges. «Señor, dice, allá en tu Ciudad reducirás á nada aquella au apariencia ó imaginaria felicidad de éstos»; pero cuán interesante le fué el no buscar aun las cosas terrenas, sino de la mano de un sólo Dios verdadero, en cuyo poder están todas las cosas celestes y terrestres, bien claro lo manifiesta cuando dice: Velut pecus factus sum apud te, et ego semper tecum. «Yo he sido como una bestia delante de ti, y yo siempre contigo.» Como una bestia dijo, efectivamente, porque no lo entendía; pues yo no debía esperar de tu mano sino cosas que no las puedo tener comunes con los impíos y pecadores, de los cuales, viéndolos en abundancia, imaginé que te había servido en vano, supuesto que las tenían los que no habían querido servirte. Con todo, yo siempre perseveré contigo, porque aun en el deseo de semejantes objetos no te dejé ni busqué otros dioses, y por eso, continúa, Tenuisti manum dexteram meam, et in voluntale tua deduxisti me, et cum gloria assumpsisti me: «me tuviste de la mano derecha y me