Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/249

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
247
La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXVIII

Qué le movió á Porfirio para que no pudiese conocer la verdadera sabiduria, que es Jesucristo.


Así i que introduces á los hombres en un notable error, y no te avergüenzas y corres de un daño tan grave profesando el amor á la virtud y sabiduría, la cual, si fiel y verdaderamente amaras y profesaras, hubieras conocido á Cristo, virtud de Dios y sabiduría de Dios, y no hubieras apostatado y dejado su apreciable humildad, llevado de la vana altivez de tu vana ciencia; sin embargo, confiesas que puede el alma espiritual purificarse con la virtud de la continencia, sin el auxilio de las artes theúrgicas y sin sus decantados sacramentos, en cuyo estudio te has molestado inútilmente.

Á veces dices también que despues de la muerte estos sacramentos no alivian el alma; de modo que ni á la misma que llamas espiritual parece ya que aprovecha después de la vida presente, y, no obstante, haces una larga digresión sobre este particular y la repites, no por otro fin, á lo que percibo, sino por parecer como perito y práctico en semejanten futilezas, y por venderte el gusto de los aficionados á las artes ilícitas, ó por excitar la curiosidad de otros excitándolos á adaptarlas; pero es asimismo constante lo que dices que se deben temer estas artes, ó por el rigor de las leyes, por el rigor que hay en practicarlas. Y ¡ojalá que á lo menos oigan y adopten este tu consejo los miserables y que las desamparen, porque en ellas no se aneguen y pierdan, ó que por ningún pretexto se aproximen al estudio de ellas! Dices también que no se purifica por lo menos la ignorancia, y que por respecto á ella tampoco se purgan muchos vicios con ninguno de estos sacra6