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La ciudad de Dios

CAPÍTULO XXX

Cuán grandes son los decretos de Platón, que ha refutado y corregido Porfirio, no sintiendo con él, Si después de Platón se estima por una acción indigna é irreprensible el enmendar ó corregir cualquiera doctrina, ¿por qué el mismo Porfirio le enmendó algunas opiniones, y no de corta entidad? Porque es indubitable que escribió Platón que las almas de los hombres, después de la muerte, vuelven á dar la vuelta hasta encerrarse en los cuerpos de las bestias.
Esta sentencia sostuvo su maestro Platón y Plotino, la cual, sin embargo, no agradó, y con justa causa, á su discípulo Porfirio: mediante á que éste opinó que las almas de los hombres volvían á los cuerpos de los hombres, aunque no á los mismos que habían dejado, sino á otros distintos. Efectivamente; se ruborizó de creer la transmigración á las bestias, porque acaso viniendo su madre á parar con su alma en alguna mula, no víniese á traer acuestas á su hijo, y no tuvo reparo en asentir al disparate de que viniendo su madre á dar en alguna tierna joven, acaso se casaría con su hijo. ¿Con cuánta más razón y decoro se cree lo que los santos y verdaderos ángeles nos enseñaron, lo que los Profetas inspirados de Dios dijeron, lo que dijo el mismo Señor, de quien los celestiales mensajeros enviados en tiempo oportuno y anterior, anunciaron que había de venir por Salvador del linaje humano: y lo que los Apóstoles (delegados del Altísimo) predicaron, extendiendo el Evangelio por todo el ámbito de la tierra? ¿Con cuánto más decoro y razón, digo, se cree que vuelvan las almas una vez á sus propios cuerpos, que no el que vuelven tantas veces á diferentes cuerpos? Pero, como llevo insi-