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La ciudad de Dios

dencia estuviese este camino general para librar el alma, esto es, el que Dios concedió á todas las naciones, le mandó Dios salir de su tierra de entre sus parientes y de la casa de su padre, Entonces Abraham, siendo el primero que fué libertado de las supersticiones de los caldeos, siguió y adoró á un solo Dios verdadero, á quien creyó fielmente cuando le hizo sus divinas promesas. Este es el camino general, del cual hablando el rey profeta David dice: «Dios haya misericordia de nosotros, bendíganos é ilústrenos con la luz de su divino rostro, y tenga misericordia de nosotros para que conozcamos, Señor, en la tierra tu camino, y en todas las gentes tu salud» (1). Y así después, al cabo de tanto tiempo, habiendo ya tomado carne de la descendencia de Abraham, dice el Salvador de sí mismo (2): «Yo soy el camino, la verdad y la vida». Este es el camino general, de quien con tanta anterioridad de tiempo estaba profetizado (3): «Estará en aquellos últimos días manifiesto y aparejado el monte de la casa del Señor en la cumbre de los montes, y sobrepujará todos los collados, acudirán á él muchas naciones y dirán: venid y subamos al monte del Señor y á la casa del Señor, Dios de Jacob, y os anunciará su camino, y andaremos por él; porque ha de salir de Sion la ley, y de Jerusalén la palabra del Señor». Así que este camino (1) Salmo 66: Deus misereatur nostri, et benedicat nobis, illu minet vultum suum super nos, et misereatur nostri. Ut cognoscamus in terra viam tuum, in omnibus gentibus salutare tuum.

(2) San Juan, cap. XIV: Dicit ei Jesus, ego suum via, et veritas, et vita.

(3) Isaias, cap. II: Erit in novissimis diedus manifestus mons domus Domini paratus in cacumine montium, et extolletur super colles, et ingredientur nationes mulle, et dicent: venite, ascendamus in montem Domini, et in domum Dei Jacob, et annuntiabit nobis viam suam, et ingrediemur in ea. Ex Syon enim prediet lex, et verbum Domine ab Jerusalem.