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San Agustín

no es peculiar á una sola nación, sino generalmente á todas. La ley y la palabra del Señor no paró en Sion y en Jerusalén, sino que salió de allí para derramarse por todo el mundo. Y así el mismo Medianero, después de su resurrección, estando medrosos sus discípulos, les dijo: «Era necesario que se cumpliera todo lo que está escrito de mí en la ley, en los profetas y en los salmos.

Entonces les abrió los ojos del entendimiento para que entendiesen las Escrituras, y les dijo cómo fué necesarío que Cristo padeciese y resucitase al tercero dia de entre los muertos, y que por todas las gentes se predicase en su nombre la penitencia y remisión de los pecados, empezando desde Jerusalén» (1). Este es el camino general para librar el alma que nos significaron y publicaron los santos ángeles y los santos profetas; lo primero entre unos pocos hombres que hållaron cuando pidieron la gracia de Dios, y especialmente entre la nación hebrea, cuya sagrada república era en algún modo como una profecía y significación de la Ciudad de Dios, que se había de juntar y componer de todas las naciones: nos lo significaron, digo, con el tabernáculo, con el templo, con el sacerdocio y con los sacrificios, y nos lo profetizaron con algunas expresiones claras y manifiestas, aunque las más veces místicas: pero habiendo ya encarnado y venido en persona el mismo Medianero, y sus santos apóstoles descubriéndonos ya la gracia del Nuevo Testamento, comenzaron á manifestar y enseñar aun más evidentemente todo lo que estaba ya significado con más obscuridad en los tiempos pasados, (1) San Lucas, cap. XXIV: Oportebat impleri que scripta sunt in lege, et Prophetis, et Psalmis de me. Tune aperuit illis sensum, ut intelligerent scripturas, et dixit eis: Qui oportebat Christum pati, et resurgere á mortuis tertio die, et prædicare in nomini ejus pænitentiam, et remissionem peccatorum per omnes gentes, incipientibus ab Jerusalem.