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La ciudad de Dios

erean también que pudo el mundo hacerse en tiempo y que no por eso en hacerle mudó Dios su eterno consejo y voluntad,



CAPÍTULO V

Que no deben imaginarse infinitos espacios de tiempo antes del mtindo, como ni infinitos espacios de lugares.


Asimismo es indispensable que observemos qué es lo que respondemos á los que confiesan á Dios por autor y criador del mundo, y sin embargo preguntan y dudan acerca del tiempo del principio del mundo, y qué es lo que nos responden sobre el lugar del mundo, porque de la misma manera se pregunta: ¿por qué razón se hizo entonces y no antes? Así como puede preguntarse: ¿por qué fué hecho donde existe, y no en otra parte? Pues si imaginan infinitos espacios de tiempo antes del mundo, en los cuales opinan que no pudo Dios estar ocioso sin empezar la obra, piensen, pues, asimismo fuera del mundo infinitos espacios de lugares, en los cuales, si alguno dijere que no pudo estar ocioso Dios todopoderoso, pregunto: ¿no se infiere de tal antecedente que le será forzoso soñar con Epicuro innumerables mundos, disintiendo con él solamente en que dice éste que se engendran y resuelven con los fortuitos movimientos de los átomos, y los otros dirán que los hizo Dios, si quieren que no esté ocioso, por la interminab sidad de lugares que hay por todas partes fuera del mundo, y que estos tales mundos, como lo sienten de éste, por ninguna causa podrán deshacerse? ¿Por qué disputamos ahora con los que sienten con nosotros que Dios es incorpóreo y criador de todas