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San Agustín

que contiene en aí muchos objetos admirables; pero los que tiene, estos también es él, y uno es todos ellos: porque no son muchas, sino una es la sabiduría, donde residen los inmensos é infinitos tesoros de las cosas inteligibles, en las cuales existen todas las causas y razones invisibles é inmutables de las cosas, aun de las visibles y mudables, las cuales fueron hechas y criadas por ésta, porque Dios no ejecutó operación alguna, ignorando lo que debía de hacer, lo cual no puede decirse bien de cualquier artífice. Y si sabiendo hizo todas las cosas, hizo sin duda las que sabía: de lo cual ocurre al entendimiento una idea maravillosa, aunque verdadera, sobre que nosotros no podíamos tener noticia de este inundo, si no fuera; pero si Dios no tuviera noticia de él, era imposible que fuera.



CAPÍTULO XI

Si hemos de creer que los espiritas que no perseveraron en La verdad, participaron de aquella bienaventuranza que siempre tuvieron los santos ángeles desde su principio.


Lo cual, siendo innegable, en ninguna manera aqueIlos espíritus que llamamos ángeles fueron primero tinieblas por algún espacio de tiempo, sino que luego que fueron criados los crió Dios luz; con todo, no fueron criados sólo para que fuesen como quiera y viviesen como quiera, sino que también fueron iluminados para que viviesen sabix y felizmente. Desviándose algunos de esta ilustración divina, no solamente no llegaron á conseguir la excelencia de la vida sabia y bienaventurada (la cual sin duda no es sino la eterna, y muy cierta y segura de su eternidad), pero aun la vida racional, aun-