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La ciudad de Dios

dio, para recomendar la perfección del número senario, que es el primero, como dije, que se viene á formar él mismo de sus partes unidas y sumadas, en el cual finalizó Dios las maravillosas obras de su creación, por lo que no debe despreciarse la razón del número; y cuanto deba estimarse, lo advertirán en muchos lugares de la Sagrada Escritura los que con exactitud y escrupulosidad lo consideraren; pues no sin grave fundamento se dice entre las divinas alabanzas (1), «todo lo ordenaste, Señor, y dispusiste con medida, número y peso».



CAPÍTULO XXXI

Del día séptimo, en que se nos encomienda la plenitud y al descanso.


En el séptimo día, esto es, en un mismo día siete veces repetido (cuyo número también por otro motivo es perfecto), se nos manifiesta y recomienda el descanso de Dios y la santificación de este día. Y asi Dios no quiso consagrar como santo este día con ninguna otra obra suya, sino con su reposo, el cual carece de tarde, ó de la hora vespertina, porque no es criatura, para que ella, siendo conocida de una manera en el Verbo divino, y de otro en sí misma, cause diferente notícia, una como divina, y otra como nocturna ó vespertina. Y aunque sobre la perfección del número septenario pueden decirse muchas cosas, sin embargo, este libro erece ya demasiado, y recelo asimismo crea algu(1) Sapient., cap. II. Omnia in imensura et número, et pondere disponsuisti.