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La ciudad de Dios

escudriñamos y examinamos estas escrituras santas; pero los santos ángeles, á cuya amable compañía y congregación aspiramos y suspiramos en esta penosisima peregrinación, así como participan de una eternidad permanente, así disfrutan de una singular facilidad en conocer y de una inalterable felicidad en descansar, porque sin molestia suya nos ayudan, pues con los movimientos espirituales, que son puros y libres, no trabajan.



CAPÍTULO XXXII

Sobre la opinión de los que sostienen que la creación de los angeles ha sido anterior a la del mundo.


Pero para que ninguno porfíe con pesadas altercaciones, y diga que no fueron significados los espíritus angélicos en la expresión de la Escritura fiat lux, et facta est lux, «hágase la luz, y se hizo la luz», antes, sí, entienda ó enseñe que entonces crió Dios en primer lugar alguna luz corpórea, y que crió los ángeles, no sólo antes de formar el firmamento, el cual habiéndole criado entre aguas, y aguas se llamó el cielo, sino aun antes de lo que se dice: In principio fecit Deus caelum et terram, que en el principio hizo Dios el cielo y la tierra, y cuando dice en el principio, no lo dice porque aquello fuese lo primero que hizo, habiendo criado antes los ángeles, sino porque todo lo hizo en la sabiduría, que es su verbo eterno, al cual llama la Escritura principio, así como el mismo verbo encarnado, según se dice en el Evangelio, preguntado por los judíos quién era, les respondió que era el principio. Tampoco me pondré á altercar sobre este punto y argüir contra ellos, señala-