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San Agustín

habiendo perseverado constantemente los unos en el bien común á todos, que es el mismo Dios en su eternidad y caridad, y habiéndose los otros deleitado y pa gado antes de su potestad, como si ellos fueran su mis mo. bien, se apartaron del bien superior, beatífico, común á todos, acudiendo á si propios, y teniendo el ostentoso fausto de su altivez por altísima eternidad, la astucia de la vanidad por una verdad indefectible y cierta, la afición de su parcialidad por una caridad individua, se hicieron soberbios, seductores y embusteros. Así, que la causa de la bienaventuranza de los unos es unirse con Dios, y la causa de la miseria y desgracia de los otros, es, por el contrario, el no unirse con Dios; por tanto, si cuando preguntamos ¿por qué los unos son bienaventurados? nos responden bien, porque están unidos con Dios, asimismo cuando preguntamos, ¿por qué los otros son miserables? se responde muy bien, porque no están unidos con Dios: pues no hay otro bien con que la criatura racional é intelectual pueda ser enteramente feliz sino Dios. Y por eso, aunque no todas las criaturas puedan ser bienaventuradas (polque no alcanzan este beneficio, ni son capaces de él las bestias, las plantas, las piedras y otros entes semejantes), sin embargo, las que pueden arribar á esta dicha no pueden serlo de sí propias, por cuanto efectivamente fueron criadas de la nada, sino que han de ser bienaventuradas de aquel Señor por cuya poderosa mano fueron criadas, porque alcanzando á este Señor serán eternamente felices, y perdiéndole miserables: y asi aquel que es bienaventurado, y no con otro bien sino consigo mismo, no puede ser miserable, porque no pue de perderse á sí propio. Confesamos, pues, que el inmutable bien no es sino un solo Dios verdadero y bienaventurado, y todo cuanto hizo el Señor, aunque es bueno porque lo hizo, no obstante, son mudables y ca-