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San Agustín

CAPÍTULO V

Que el Criador es loable en todos los modos y especies de la naturaleza.


Así que todas las naturalezas, por cuanto tienen ser, y, por consiguiente, disfrutan de su orden respectivo, especie y cierta paz consigo mismas, por eso sin duda son buenas. Y cuando residen allí, donde según el orden de la naturaleza deben estar y proceder conforme á la cualidad y esencia que recibieron, conservan su ser; y las que no recibieron siempre el ser según el estilo y movimiento de las cosas á que por expresa ley del que las gobierna están sujetas, se mudan á un estado mejor ó peor, dirigiéndose y caminando por las rectas sendas de la divina Providencia, al fin que incluye en si la razón más principal del gobierno del universo: de modo, que ni la corrupción tan notable, cuanta es la que reduce las naturalezas instables, mudables y mortales, hasta acabar con ellas con la muerte, hace, de tal suerte, no ser lo que era, que consiguientemente no resulte, y se haga de allí lo que debía ser; lo cual, siendo positivo, Dios, que sumamente es, y por eso toda esencia es obra de sus manos, la cual no es suma (porque no debía ser igual al Señor la que se hizo de la nada, no pudiendo ser ni existir de modo alguno si no fuera hecha por Dios), ni por la ofensa de vicio alguno debe ser reprendido; antes, por la consideración de todas las naturalezas, debe ser alabado.