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La ciudad de Dios

verdadera miseria, ¿pues cómo puede ser verdadera bienaventuranza aquella, de cuya eternidad jamás está segura el alma ó por no conocer la futura miseria, procediendo con la mayor ignorancta en la verdad, ó por tener infelizmente noción de ella? Pero si de los infortunios va caminando á la bienaventuranza para nunca jamás volver á ellos, ya en el tiempo se hace alguna cosa de nuevo que no tiene fin de tiempo. ¿Por qué na decir lo mismo del mundo? ¿Y por qué no asimismo del hombre criado en el mundo? para que procediendo con la doctrina sana por una senda recta, excusemos aquellos no sé que falsos circuitos y retornos inventados por falsos y engañosos sabios. Porque las palabras del Eclesiastes sobre Salomón: «¿qué es lo que fué? Lo mismo que ha de ser; ¿y qué es lo que hizo?

Lo mismo que se hará; y no hay cosa nueva debajo del sol, y ninguno puede decir «esto es nuevo, porque ya precedió en los siglos que fueron antes de nosotros»; quieren algunos que se refieran á estos circuitos y revoluciones que vuelven á lo mismo, y lo traen todo á lo mismo; habiéndolo él dicho, ó de las demás cosas de que trata arriba, esto es, de las generaciones de unas que van, y de otras que vienen, de las vueltas que da el sol, de las sendas y caminos de los arroyos, ó, á lo menos, de todas las cosas generables y corruptibes; porque hubo hombres antes que nosotros, los hay con nosotros y los habrá después de nosotros; y asimismo animales y árboles, y aun los mismos monstruos que na cen fuera del curso ordinario, aunque son entre sí diferentes, y de algunos de ellos se dice que los hubo sola una vez; sin embargo, en cuanto generalmente son milagros raros y monstruos, también fueron y los habrá; y no es cosa reciente y nueva que nazca un monstruo debajo del sol, aunque algunos hayan entendido estas palabras como si el sabio quisiera decir que todas las 1