Página:La ciudad de Dios - Tomo II.pdf/377

De Wikisource, la biblioteca libre.
Esta página no ha sido corregida
375
La ciudad de Dios

el que se dispone padece, y es mudable todo lo que padece algún tanto. Así, que no se imagine que en su vacación haya ociosidad, inercia ó pereza, como tampoco en sus obras, trabajo, conato ó industria. Sabe él estando quieto trabajar, y trabajando estarse quieto; puede aplicar á la buena obra, no nuevo acuerdo, sino el acuerdo eterno. y sin arrepentirse de que primero hubiese cesado, príncipió á obrar lo que antes no había obrado; pero aunque primero cesó y después obró (lo que no sé cómo el hombre pueda entenderlo) esto sin duda que llamamos., primero y postrero, estuvo en las cosas que primero no hubo, y después las hubo; pero en él no mudó ó quitó alguna voluntad que le vino de nuevo á otra voluntad que antes tuviese, sino que con una misma sempiterna é inmutable voluntad hizo que las cosas que crió primero no fuesen en tanto que no fueron, y que después fuesen cuando ya comenzaron á ser, manifestando acaso con esto maravillosamente á los que pueden ser capaces de entender estas, cosas, que no tenía necesidad de ellas, sino que las crió por su mera gratuita bondad, habiendo estado sin ellas en no menor bienaventuranza desde la eternidad sin principio.



CAPÍTULO XVIII

Contra los que dicen que las cosas que son infinitas no las puede comprender ni aun la ciencia de Dios.


Sobre el otro punto que dicen, que ni la ciencia de Dios puede comprender las cosas infinitas, les resta el atreverse á decir, sumergiéndose en este profundo abismo de ímpiedad, que no conoce Dios todos los números, porque éstos es indudable que son infinitos, pues en