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San Agustín

nes y círculos, con que se suponía que el alma necesariamente había de volver á unas mismas miserias, ¿qué otra cosa nos resta que más convenga á la piedad y religión católica, sino el creer que no es imposible á Dios criar cosas nuevas que jámás las haya hecho, y que con su inefable presciencia no tenga voluntad mudable? Pero si el número de las almas que se han librado, y no han de volver ya al estado de la mise ria, se pueda siempre acrecentar, examínenlo los que discurren con tanta sutileza sobre limitar la infinidad de las cosas, porque nosotros cerramos y concluímos nuestro argumento por ambas partes; pues si se puede, ¿qué razón hay para negar que se pudo criar lo que nunca antes fué criado, sí el número que nunca antes hubo de las alinas libertadas, no sólo se hizo de una vez, sino que jamás se dejará y acabará de hacer? Y si es necesario que haya algún cierto número limitado de almas libertadas que no vuelvan más á la miseria, y que este número no se acreciente más, también éste seguramente, cualquiera que hubiere de ser, nunca fué antes. Ni realmente pudiera crecer y llegar al término de su cantidad sin algún principio, el cual, pues, jamás le hubo antes; para que hubiese este principio fué criado el hombre, antes del cual no hubo, hombre alguno.



CAPÍTULO XXI

De la creación del primer hombre solo, y en él la del linaje humano.


Habiendo explicado ya todo cuanto permiten nuestras facultades, esta difícil y espinosa cuestión por la eternidad de Dios que va criando nuevas especies sin