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San Agustín

de qué sirvieron á su Criador en la creación de las demás cosas los ángeles que primeramente Dios crió; porque ni me atrevo á atribuirles lo que acaso no pueden, ni debo derogarles lo que pueden: pero la creación y fábrica de todas las naturalezas, de que tienen el ser naturalezas con dictamen, y asimismo con voto de ellos mismos, la atribuyó á aquel Dios á quien ellos mismos saben que deben con acción de gracias el ser que tienen. Así que decimos que no solo los labradores no son criadores de género alguno de frutales, supuesto que leemos: Neque qui plantat est aliquid, neque rigat, sed qui incrementum dat Deus: «que ni el que planta es el criador, ni el que riega, sino Dios, que es el que da el incremento». Mas ni aun la misma tierra, aunque parezca una fecunda madre de todos, que promueve lo que brota en renuevos y pimpollos, y lo que está fljo con raíces lo mantiene, porque asimismo leemos (1): «Que Dios es el que da al grano sembrado su cuerpo como quiere, y á cada semilla su cuerpo conforme á su condición». Por lo que tan poco debemos llamar á la madre autora y criadora de su feto y parto, sino antes á aquel que dijo á un siervo suyo: «Antes que te formara en el vientre de tu madre te conocí» (2). Y aunque el alma de la que está en cinta, estando en esta ó aquella disposición, pueda imprimir algunas cualidades al feto que tiene en el vientre, como Jacob, que con las varas de diferentes colores hizo que la cría de sus ganados saliese de diferentes colores, con todo, aquella naturaleza que se cría así, no la crío ella misma, así como tampoco se hizo á sí misma. Así que cualesquiera causas corporales ó ge nerativas que se apliquen para la procreación de los (1) San Pablo, I, ep. & los corintios, eap. V. Liber Numeror, cap. XXVIII, ajunt. Deus illi dat corpus, quomodo voluerit, et unicuique seminum proprium corpus.

(2) Jeremias, cap. I. Priusquam te formarem in utero, novi te.