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La ciudad de Dios

los mismos poetas porque habían compuesto obras tan indignas y obscenas acerca de la bondad y majestad de los dioses, fué de dictamen que se les desterrase de la ciudad. ¿Qué especie de dioses son estos, que sobre los juegos escénicos debaten y se oponen al mismo Platón?

Por cuanto este insigne filósofo no puede tolerar con paciencia que infamen á los dioses con crímenes supuestos, y éstos mismos prescriben que, con exposición de sus propias culpas, se celebren sus flestas: finalmente, cuando estas deidades mandaron restaurar los juegos escénicos, pidiendo cosas torpes, se manifestaron asimismo malignos con los daños que causarop, quitando á Tito Latino un hijo y postrándole en una penosa y peligrosa dolencia, solamente porque rehusó cumplir su mandato, volviéndole la salud luego que obedeció su orden: mas Platón, sin embargo de ser tan inicuos, es de dictamen que no se les debe temer, antes sí, perseverando constantemente en el mismo vigor de su opinión, no pone duda en desterrar de una república bien ordenada todas las sacrílegas futilezas y fieciones de los poetas, de las que los dioses, por lo que participan de la abominación y de la torpeza, se complacen y deleitan: y como ya insinué en el segundo libro, Labeón coloca á Platón entre los semi—dioses, creyendo el mismo autor que los dioses malos se aplacan con sacrificios cruentos y con semejantes medios, y los buenos con juegos y festividades de regocijo y alegría; pero ¿cuál es la causa por que el semi—dios Platón se atreve con tanta constancia á abolir aquellos placeres y deleites que tiene por torpes, privando de este festejo, no como quiera á los semi—dioses, sino á los mismos dioses, y lo que es más reparable, á los buenos, cuyas deidades evidentemente comprueban cuán falso sea el dictamen de Labeón, supuesto que en el suceso de Latinono sólo se mostraron lascivos y deseosos de funciones, TOKO IL 7