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San Agustín

dice el santo real Profeta (1): «cárgalos, Señor, de confusión é ignominia para que busquen tu nombre», esto es, para que tú les agrades y se paguen de ti buscando tu nombre, los que buscando el suyo se agradaron y pagaron de sí.

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CAPÍTULO XIV

Cómo la soberbia de la transgresión fué peor que la misma transgresión.


Sin embargo, es peor y más detestable la soberbia cuando hasta en los pecados manifiestos se pretende la acogida de la excusa, como sucedió en aquellos primeros hombres, entre quienes dijo la mujer: serpens sedumit me et manducavi: «la serpiente me engañó y comís; y el hombre: mulier quam dedisti mihi, hæc mihi dedit de ligno et edi: «la mujer que me diste, esa me dió del fruto del árbol y comí». De ninguna manera se acuerdan en este caso de pedir perdón; por ningún motivo piden el remedio y la medicina, porque aunque éstos no niegan, como Cain, el pecado que cometieron, no obstante, todavía la soberbia procura cargar á otro la culpa que ella misma tiene; la soberbia de la mujer á la serpiente y la soberbia del hombre á la mujer. Pero lo que hace al caso más es la acusación que no la excusa, cuando manifiestamente quebranta el divino precepto, porque no dejaron de pecar porque lo hiciera la mujer á persuasión de la serpiente, y el hombre á instancias de la mujer, como si pudiera haber cosa que se debiera creer ó anteponer á Dios.

(1) Salmo 82. Imple facies eorum ignominia, et quærent nomen tuum, Domine.